Las Piedras
«Trato de defenderme, me doy cuenta, de lo minúsculo que se arremolina como la cantidad de olvido que es pertenecerse a las manos que no supieron retener el tacto de las campanas ni la señal de la paja quemándose más allá… en lugares ignotos con nombres, con apellidos, con paredes de piedras altas o bajas, trillos, el universo de Van Gogh eternizado por la repetición de la vida en cada cruzada inmemorial contra la muerte.
Ninguna chocolatina aquí, aparecieron los mantos oscuros del amor, la resina sangrante de las mañanas por conquistar; la inmensidad y la grandeza de todo lo que perece, lo dulce inalcanzable del no pensar más acá ni más allá acosados por la cebada o por la parva.
Ser escritor no es nada menos nada más que la inverificable obstinación en no restituir lo jamás sucedido y prevalecer delante del comienzo. Toda la vida con los inquebrantables pasadizos cuya materia son todas y cada una de las inermes piedras proporcionadas por la litografía de los sueños».
La Luz Rosa
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